EL
PESCADOR Y EL HOMBRE LOBO
Hace algún tiempo, un pescador se encontraba disfrutando de una soleada mañana, sin ninguna
preocupación, cogiendo peces en el río, al poco tiempo escucho que una voz lo
llamaba desde una de las orillas:
-pescador, pescador, ven por favor-.
Este sin dudarlo un segundo se acerco confiadamente a la voz que la
llamaba.
Al llegar a la orilla del río, el pescador se llevó un gran susto, mira que el dueño de la voz que la llamaba era un
hombre lobo: son extremadamente peligrosos.
El pescador --ingenuo al fin y al cabo- le pregunto sin acercarse a la orilla:
-¿Qué quieres de mi hombre lobo?-
El otro respondió:
-humilde pescador, tengo una urgencia y debo cruzar hacia el otro lado
del río. ¿Serias tan amable de ayudarme a cruzar llevándome en su barco?--
El pescador solo tardó un momento en pensar que ahí había gato
encerrado y rápidamente le contestó:
-No puedo llevarte, porque eres
un hombre lobo y en cuanto me acerque a
ti, me vas a comer- Al escuchar estas palabras, el hombre lobo rompió a llorar a mares y
usando un tono lastimero le dijo al pescador:
-Es verdad, créeme: necesito cruzar al otro lado y no tengo tiempo
para andar con rodeos; es una pena que
no me quieras ayudar solo por mi
apariencia. No tengo la culpa de ser lo que soy; estoy herido y de verdad
necesito tu ayuda-
El pobre pescador, que era de buen corazón, estuvo a punto de ayudarle
al escuchar el llanto del que pedía su ayuda, pero recordó que este es capaz de matarlo, así que comenzó a alejarse y le
dijo al hombre lobo:
-Lo siento mucho, pero no debo de ayudarte porque me matarías--
El hombre lobo desesperado le
dijo:
-pescador,
por favor espera; te propongo lo siguiente: ¿Sabes que yo estoy herido, y es de
día, verdad?-
-Si…-, contesto el pescador un poco intrigado.
-¿Y sabes también, que lo único que a mí me interesa es cruzar al otro lado verdad?-
-Si…-, respondió una vez más el pescador.
-Pues entonces, ¿qué te parece si solo te acercas a la orilla lo suficiente para que yo pueda llegar a tu barco? De ese modo estarás seguro de que no te puedo morder cuando te me acerques; también estarás seguro de que no te puedo morder cuando me estés llevando porque si te hundes tú, pues yo también me hundiría y moriría junto contigo; porque estoy herido, además al llegar a la otra orilla me dejas a la distancia justa para bajarme, argumentó el hombre lobo y por último agregó:-Por favor pecador, por favor hazme ese gran favor, sabes que si te mato, pierdo yo tanto o más que tú, ya que no soy capaz de conducir este barco-
-Si…-, contesto el pescador un poco intrigado.
-¿Y sabes también, que lo único que a mí me interesa es cruzar al otro lado verdad?-
-Si…-, respondió una vez más el pescador.
-Pues entonces, ¿qué te parece si solo te acercas a la orilla lo suficiente para que yo pueda llegar a tu barco? De ese modo estarás seguro de que no te puedo morder cuando te me acerques; también estarás seguro de que no te puedo morder cuando me estés llevando porque si te hundes tú, pues yo también me hundiría y moriría junto contigo; porque estoy herido, además al llegar a la otra orilla me dejas a la distancia justa para bajarme, argumentó el hombre lobo y por último agregó:-Por favor pecador, por favor hazme ese gran favor, sabes que si te mato, pierdo yo tanto o más que tú, ya que no soy capaz de conducir este barco-
El sumiso pescador no sabía qué hacer. Pensó en su interior “Debe estar
muy desesperado para pasar al otro lado ya que está poniendo su vida en mis
manos” y sin más, se decidió.
-Está Bien-- le dijo --. Súbete, te llevo-.
El hombre lobo, muy agradecido subió al barco y este inicio su recorrido silbando una
alegre melodía; sin embargo al llegar a
la mitad exacta del río, el hombre lobo
no le importo el día, le dio hambre y sus instintos lo gobernaron, el
pescador sintió el terrible mordisco del
hombre lobo en su cuello. Atónito, al tiempo que sentía como su cuerpo se
entumecía y comenzaba a hundirse, solo pudo voltear a ver al hombre lobo y
preguntarle:
-¿Qué paso? Me mordiste y ahora los dos nos hundiremos. ¿Por qué lo
hiciste?—
El hombre lobo le respondió
antes de ahogarse:
-No lo pude evitar, mi naturaleza es atacar…--
El barco se hundió y todos dos
murieron. Porque lo único a lo que nadie puede traicionar, es a su propia
naturaleza.
Adriana Arango
Lopera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario