sábado, 24 de mayo de 2014

cuento

    
EL PESCADOR Y EL HOMBRE LOBO

Hace algún tiempo, un pescador se encontraba  disfrutando de una soleada mañana, sin ninguna preocupación, cogiendo peces en el río, al poco tiempo escucho que una voz lo llamaba desde una de las orillas:
-pescador, pescador, ven por favor-.
Este  sin dudarlo un segundo  se acerco confiadamente a la voz que la llamaba.
Al llegar a la orilla del río, el pescador  se llevó un gran susto, mira  que el dueño de la voz que la llamaba era un hombre  lobo: son extremadamente peligrosos. El pescador --ingenuo al fin y al cabo- le pregunto sin acercarse a la orilla:
-¿Qué quieres de mi hombre lobo?-
El otro respondió: 
-humilde pescador, tengo una urgencia y debo cruzar hacia el otro lado del río. ¿Serias tan amable de ayudarme a cruzar llevándome en su barco?--
El pescador solo tardó un momento en pensar que ahí había gato encerrado y rápidamente le contestó:
-No puedo llevarte,  porque eres un hombre lobo  y en cuanto me acerque a ti, me vas a comer- Al escuchar estas palabras, el hombre lobo rompió a llorar a mares y usando un tono lastimero le dijo al pescador:
-Es verdad, créeme: necesito cruzar al otro lado y no tengo tiempo para andar con  rodeos; es una pena que no me quieras ayudar solo por  mi apariencia. No tengo la culpa de ser lo que soy; estoy herido y de verdad necesito tu ayuda-
El pobre pescador, que era de buen corazón, estuvo a punto de ayudarle al escuchar el llanto del que pedía su ayuda, pero recordó que este es capaz  de matarlo, así que comenzó a alejarse y le dijo al hombre lobo:
-Lo siento mucho, pero no debo de ayudarte porque me matarías--
El hombre lobo  desesperado le dijo:
-pescador, por favor espera; te propongo lo siguiente: ¿Sabes que yo estoy herido, y es de día, verdad?-
-Si…-, contesto el pescador  un poco intrigado.
-¿Y sabes también, que lo único que a mí me interesa es cruzar al otro lado verdad?-
-Si…-, respondió una vez más el pescador.
-Pues entonces, ¿qué te parece si solo te acercas a la orilla lo suficiente para que yo pueda llegar a tu barco? De ese modo estarás seguro de que no te puedo morder cuando te me acerques; también estarás seguro de que no te puedo morder cuando me estés llevando porque si te hundes tú, pues yo también me hundiría y moriría junto contigo; porque estoy herido, además al llegar a la otra orilla me dejas a la distancia justa para bajarme, argumentó el hombre lobo y por último agregó:-Por favor pecador, por favor hazme ese gran favor, sabes que si te mato, pierdo yo tanto o más que tú, ya que no soy capaz de conducir este barco-
El sumiso pescador no sabía qué hacer. Pensó en su interior “Debe estar muy desesperado para pasar al otro lado ya que está poniendo su vida en mis manos” y sin más, se decidió.
-Está Bien-- le dijo --. Súbete, te llevo-.
El hombre lobo, muy agradecido subió al barco  y este inicio su recorrido silbando una alegre melodía;  sin embargo al llegar a la mitad exacta del río, el  hombre lobo no le importo el día, le dio hambre y sus instintos lo gobernaron, el pescador  sintió el terrible mordisco del hombre lobo en su cuello. Atónito, al tiempo que sentía como su cuerpo se entumecía y comenzaba a hundirse, solo pudo voltear a ver al hombre lobo y preguntarle:
-¿Qué paso? Me mordiste y ahora los dos nos hundiremos. ¿Por qué lo hiciste?—
El hombre lobo  le respondió antes de ahogarse:
-No lo pude evitar, mi naturaleza es atacar…--
El barco se hundió y  todos dos murieron. Porque lo único a lo que nadie puede traicionar, es a su propia naturaleza.

                                                                             Adriana Arango Lopera.

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